Esta es una expresión personal que no tiene nada que ver con historias de fantasmas.
Durante los diecisiete años en los que proyecté y escribí los siete libros de Harry Potter, además de Quidditch a Través de los Tiempos, Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos y Los Cuentos de Beedle el Bardo),
generé una gran cantidad de información sobre el mundo mágico que nunca
apareció en los libros. Me gustaba saber estas cosas, afortunadamente,
ya que mi imaginación no podía dejar de pensar en todas estas cosas, y a
menudo cuando necesitaba algún detalle de relleno, ya lo tenía gracias a
toda la información de fondo que había desarrollado.
También me
puse a desarrollar historias para personajes secundarios, incluso a
veces menos importantes, que no eran necesarios para lo que se
necesitaba. Más doloroso fue tener que sacrificar por el bien de la
historia principal las historias que había desarrollado para algunos de
los personajes mucho más importantes. A todos estos les llamé en mi
cabeza “historias fantasmas”, un término que uso para todas las
historias que no he contado pero que para mí a veces parecen tan reales
como la “versión final”. A veces he estado hablando con un lector y he
mencionado parte de una historia fantasma. Una expresión de
consternación aparece en sus caras mientras que, durante un segundo, se
preguntan si se han saltado veinte páginas sin querer de alguno de los
libros. Me disculpo ante cualquiera al que haya confundido de esta
forma, el problema está, literalmente, en mi cabeza.
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